Las personas solemos guardar con mucha devoción la imágenes de los momentos más estelares de nuestras vidas, no tanto porque queremos recordarlos -que puede ser el caso- sino sobretodo para demostrarle a los amigos más cercanos que efectivamente los hemos tenido.
Quién no ha sostenido o escuchado conversaciones como éstas alguna vez en su larga vida tan breve, como dice Vila-Matas.
-Te has fijado que hermoso él cuando era niño, provocaba comérselo de solo mirar esos cachetitos de durazno; y ese pelo! convendrás conmigo que se parecían a unos rizos del sol. Fíjate cómo ríe…
-Y tú, acaso no has reparado en estas fotos hermosas de mi primera comunión en las que estoy con cara de virgen en elevación a los altares del Espiritu Santo …mira que chulo, el Cura en bendiciones y yo en observaciones. Waoooo!
– Y ésta de la graduación en la universidad?….ahhh no. Fin de mundo, esa es pura perdición….
– Y la del matrimonio, no me vas a decir que no es un primor esa cara de idiota que puso Alberto cuando el Cura le preguntó si me aceptaba por esposa. ¡Claro que me iba a aceptar!: mi padre estaba sentado justo detrás de él.
Las fotografías son pues el mejor testimonio de lo que hemos sido y probablemente la causa de las más estruendosas carcajadas de la cuales haya tenido conocimiento la humanidad. Por supuesto, depende del nivel de desparpajo del oteador de turno.
En las redes sociales el avatar suele ser una fotografía o cualquier otra imagen que identifica – o da pistas – acerca del titular de la cuenta. Ahora, ¿un avatar ha de ser para siempre? debemos cambiarlo con frecuencia? conviene colocar sucesivas imágenes nuestras que no guarden relación entre sí? ¿es nuestro avatar un discurso?
Todas estas cuestiones nos inquietan y he allí por qué decidimos escribir esta entrada en medio de cavilaciones de insomnio. El resultado: estas 4 razones para concluir en la inconveniencia del cambio frecuente de avatar.
1. El avatar es nuestra marca. En el campo de la propiedad intelectual los atributos de una marca son: i) susceptibilidad de representación gráfica, y ii) carácter distintivo. Eso quiere decir que cualquiera sea el avatar que escojamos, para que tenga atributos de marca ha de ser claro, preciso, completo en sí mismo, facilmente accesible, duradero, y objetivo. Además, el avatar debe tener la cualidad de diferenciarse de los demás.
En las redes sociales ello importa mucho, pues gracias a ese avatar podremos diferenciar el origen, la frecuencia y la calidad de los contenidos que recibimos, respecto de las demás fuentes que igualmente son proveedoras de ellos en la red. Quién podría imaginar, por ejemplo, a Mac Donalds sin la M amarilla y a Nike sin la «pipa» o V acostada de la victoria. De ninguna manera. Posicionar la marca se traduce en quédate ahí en la mente de las personas y de ahí no te moveré ni te haré ningún cambio, a menos que el gran público demande un remozamiento. Por el avatar os conocereis!
2. Crea ilusiones. No me van a decir los adolescentes varones dentro de los cinco millones de seguidores de Lady Gaga, que la siguen sólo porque saben de memoria la canción «Bad Romance», y en el caso de las chicas que siguen a Justin Bieber porque tiene cara de niña. ¡Si hombre, nos van a engañar con eso! La verdad es que el avatar de estos personajes inducen a los chicos a tener más de un mal pensamiento y expresiones que no reprimen y hasta tweetean sobre ello a los cuatro vientos sin que les importe un bledo.
Nosotros los adultos somos más conservadores. El avatar de algunos de nuestros seguidos o seguidores nos encanta y lo adoramos con discreción, en posición de culto. Hasta tenemos con ellos fantasías mojadas que se vuelven más secas que el desierto de Sahara cuando el dueño del avatar en cuestión – hombre o mujer – se le ocurre la bendita idea de cambiarlo y poner en su lugar la foto del perro que acaba de comprarse. ¡Por Dios, no es igual un avatar con traje de baño de la pareja Pit-Jolie en las islas fitji, que el hocico pinky de la perrita chihuahua de Paris Hilton!
3. Es nuestro primer discurso. La imagen primera y la que quedará fijada sin remedio en la mente curiosa de todos los que invertimos varias horas en redes sociales como twitter o facebook. Sabemos de personajes en twitter a los que han terminado mandando a la porra con un unfollow de vértigo por causa de un discurso visual inapropiado. claro, se suele dudar de quien no es coherente en el discurso, y esa incoherencia se manifiesta en la falta de armonía entre lo que se quiere transmitir, y lo que finalmente se trasmite.
4. ¡No cambia tu edad!. Esto es lo más divertido. Si a alguien se le ocurre hacernos un recuento cronológico en su avatar, mostrándonos el impacto progresivo que causa en él los efectos del tiempo, tal vez terminemos llorando a mares, como lo hicimos ya cuando leímos los Diarios de Sandor Márai. En ese diario, el escritor Húngaro nos narra, paso a paso, la grave enfermedad de su esposa y la forma cómo cierra él su diario y su vida con la frase » ha llegado la hora». Luego de eso se pega un tiro.
De ninguna manera, pues, cambie nada. Déje allí esa fotografía hermosa que tiene en el avatar, que le sienta muy bien y no la toque ni que se lo ordenen los mismísimos Mark Zuckerberg y Jack Dorsey. En ella usted no cumple años, no se arruga, no se enferma, no envejece (y si es ya viejo en la fotografía, no envejecerá más) …por lo tanto, no le dará usted la satisfacción a sus semejantes de verlo irse lentamente a dormir el sueño infinito del no retorno.
En fin, creo que lo he dicho todo sobre este asunto.
Salvo que estas cavilaciones las hago desde la sala de traumatología del hospital central, sitio de reclusión donde me encuentro en recuperación tras la golpiza salvaje de unos desconocidos a sueldo. La confesión de uno de ellos a la policía, dió cuenta finalmente que todo fue por encargo de una hermosa mujer 2.0 que se sintió burlada por mí en nuestro primera -y única- cita face to face 1.0, pues yo era un tipo horroroso -dicen que dijo- que ni remotamente se parecía a la la ilusión que le había creado durante varios meses el avatar con fotografía de George Clooney que tengo en mi segunda cuenta de Twitter.
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