La pandemia del Covid-19 ha venido mostrando su peor cara en ámbitos como la salud y la economía. Nada es comparable con los efectos en pérdidas de vidas humanas y en la caída estrepitosa de los mercados y con ello la pérdida global de empleos. Más de doscientos mil fallecidos a la fecha de acuerdo al informe de seguimiento de la Universidad Johns Hopkins y la pérdida de 195 millones de puestos de trabajo solo entre abril y junio de este año es una fotografía reveladora y dolorosa.
Otros sectores también, como el de la cultura por ejemplo, y en particular el de los creadores de obras del ingenio (autores, compositores) viven una nueva realidad para la cual no estaban preparados ni por asomo. Su dinámica habitual podría resumirse así: crear obras, firmar acuerdos con editoriales para emprender su difusión, producir o hacer producir por un tercero los fonogramas en el caso de obras musicales, licenciar directamente sus obras en las distintas modalidades posibles de utilización, incluyendo los usos a través de plataformas digitales, o hacerlo por intermedio de una entidad de gestión colectiva. En resumen: una dinámica conocida y cuyo éxito está asociado al principio del uso efectivo de la obra. A mayor uso, mayor beneficio.
Cuatro variables al menos de una realidad en puertas
La pandemia del Covid-19 lo ha cambiado todo. Como lo ha hecho ver la CISAC en un comunicado, «los creadores se encuentran actualmente en una posición especialmente frágil. La gran mayoría de ellos son trabajadores autónomos y dependen de los derechos que les pagan las sociedades de autores. En estos momentos, y en las próximas semanas y meses, los creadores se encontrarán entre los más afectados por la crisis». Adicionalmente, decimos nosotros, todo ello en medio de una «nueva normalidad» en la que el derecho de autor y los titulares de tales derechos no salen muy bien parados. Algunas señales se vislumbrar desde ya:
- Menos eventos, menos ingresos. Los ingresos por derecho de autor provenientes de eventos en vivo y ambiente constituyen el segundo rubro en importancia hasta ahora en las estadísticas globales de la red de gestión colectiva, solo superado por los ingresos de televisión y radio. Si tomáramos como referencia los números del 2018, y estimáramos una caída continua hasta finales del 2020 en este rubro, las cifras globales de recaudación podrían afectarse alrededor del 30%. Ello sin referirnos y contabilizar el impacto económico en los otros rubros.
- Mayor resistencia al pago de los derechos. No todas las modalidades de utilización de obras han tenido y tendrán el mismo impacto. La radio y la televisión siguen llevando a cabo sus actividades habituales, y por ello no han cesado de usar obras y prestaciones. Pretender -como se hace ver en algunos anuncios- suspender pagos o dejar de hacerlo a propósito de la crisis, es trasladar a los autores y otros titulares de derechos sobre las obras y prestaciones la consecuencia de la crisis, lo cual es inadmisible, sin que sea necesario hacer otras consideraciones de tipo legal o contractual para demostrarlo.
- Pandemia y más excepciones a los derechos. En Brasil se ha presentado una propuesta de excepciones al derecho de autor y los derechos conexos en favor de los hoteles y embarcaciones, y más recientemente en medio de esta pandemia, se ha ampliado con la pretensión de que tales excepciones abarquen también a otros usuarios tales como: radios comunitarias, estaciones de televisión, clínicas y hospitales públicos, eventos religiosos sin fines de lucro, etc. El derecho de autor ha lidiado y lo sigue haciendo con estas iniciativas legislativas que tienen su origen en sectores de interés de los usuarios. Invocar en este caso la protección a los sectores turísticos y hacerlo en un momento en que los sectores creativos interesados tienen una capacidad limitada de respuesta por efecto de la crisis, es una forma además de aprovecharse de la crisis, por decir lo menos.
- Los creadores y sus obras contribuyen a la recuperación. Sin arte, sin música, sin cultura, no tenemos nada. En esa dos frases juntas de @jeanmicheljarre y @angeliquekidjo se resume también una realidad de siempre, que aún en los peores momentos de la humanidad, no ha perdido su vigencia. Las iniciativas privadas y las políticas públicas deben ayudar a preservarlas, a las manifestaciones de la cultura queremos decir. En esa dirección apuntan las declaraciones de más de 140 ministros de cultura en el reciente encuentro convocado en línea por la UNESCO. Ahora más que nunca el sector de la cultura y los creadores son guardianes sanadores de este mundo que es hoy un encierro global de soledades.
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