Este año tomé la decisión nada menos y nada más que de abrir una cuenta en Twitter y el blog EL BASTON DE BORGES. Les juro que antes de dar ese sabio-o infortunado?- paso, yo era felíz, tenía todo el tiempo del mundo para mí y leía literatura como el que más.
Pues todo eso cambió de la noche a la mañana con Twitter.
El primer cambio vino con mis libros, a los cuales usualmente acariciaba, olía y leía con avidéz. Hoy permanecen dispersos por ahí, en la biblioteca de casa, mirándome de reojo como diciendo pero bueno vale cuando vuelves a ser tú y te dedicas a nosotros, como siempre.
El segundo fué con mi esposa. No me mira de reojo como los libros pero si se preguntará que tanto teclea este hombre en esa computadora día y noche, Dios ! , será que está escribiendo los quince tomos de la nueva edición de la Enciclopedia Británica ?
Confieso que el bendito Twitter giving me a lot of trouble. Pero es tan adictivo que primero me despego del cobrador del seguro que de mi cuenta en Twitter.
Me he puesto a pensar qué causa esa adicción en nosotros, por qué todos queremos estar siempre echando un vistazo a la cuenta en la PC o en el BB. Será que sentimos necesidad de estar bien informados, enterarnos de todo, pezcar una primicia, ver en fotos el nuevo novio de Paris Hilton, o en video el último desmán de Amy Winehouse ? Será eso, chico ?
Pues no. Nada de eso. Afirmo, decreto, establezco -después de mucho cavilar sobre este mal de comienzos del siglo XXI – que esto es ego puro y duro, así de simple. EGOOO del bueno, si señor !
A continuación mis cinco razones que confirman la premisa:
1. Amo una mención. Reviso mi Timeline a la velocidad del rayo pero enmediatamente voy tras alguna mención de @rafaelfarinas que justifique mi existencia en este planeta tierra, o mejor en este mundo 2.0.
2. Quiero muchos RTs de mis Tweets. Por qué no van a retwittear mis tweets otros twitteros -me digo- si todo lo que twitteo es importante y el planeta tiene que enterarse que cuando hubo el reparto de neuronas yo llegué primero.
3. El #FollowFriday es lo máximo. El viernes podrá haber caído la bolsa estrepitosamente, bajado el precio del dólar, crecido la inflación, aumentado la criminalidad, todo eso puede pasar, pero nada es más importante que abrir tu cuenta y empezar a ver muchos #FF de gente que dice que eres lo mejor del mundo y que si dejan de seguirte se estarán perdiendo algo así como la transmisión en vivo del primer paso del hombre en la Luna.
4. Amo tener una abultada cuenta de Followers. Creo que este es el más preciado bien del ser humano 2.0. Cada follower que sumo diariamente me justifica y me hace sentir que si ellos se han tomado la molestia de seguirme es porque yo soy interesante -más que interesante, por qué no – Esto es tan cierto que cuando hace apenas unos días el servidor de Twitter tuvo problemas y dejó a medio mundo sin seguidos y seguidores, el tema llegó al top de la red 2.0, y hubo suicidios masivos como si de la bancarrota familar se tratara.
5. No quiero Unfollowers. Santa María de todos los twitteros, no lo permitas. Nada más depresivo que recibir un mensaje directo del señor @unfollowr diciéndote quién te mandó a la porra, bien por aburrido o porque eres tan x en la vida que no mereces la conmiseración de tu prójimo. Wow, eso duele amigos, que se lo digo yo que he llorado a mares frente a la pantalla de mi PC. No suelo preguntarme qué hice mal, sino decirme con cara de transformer ¡ me las van a pagar !. Unfollow back immediately.
Bueno, ahí están, esas son mis 5 razones por las que no me despego de Twitter.
Por cierto, al terminar el viernes de cavilar sobre este post, me sentía realmente mal. No había tenido menciones, cero RTs, nadie se acordó de mí y me dió #FF, tuve a penas un seguidor en todo el día que duró apenas unos minutos y después voló, y lo más dramático: 25 unfollowers de un solo viaje, como para que me dijera lo que vales es nada, eres nadie…muérete !
Dejé la computadora, salí al balcón, tome aire, giré en dirección a mi habitación y le conté las desgracias a mi esposa.
– Mi amor – le dije – soy un X en la vida, soy nadie. En suma, soy apenas un ser 1.0, un carcamán offline, pues.
– Ahh sí, -dijo ella. Pues te confieso que yo creo que ni siquiera eres un 1.0, sino un 0, pues en esta casa nadie hizo la cena.
-Ploosss. !
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