Brevedades

 

119. Y el canto en el árbol cercano reparte prodigios de mañanas azules e imprecisas. Otro es el afán.

118. El mundo es hoy un encierro de soledades

117. Prefiero que me guste la gente, que amar a la humanidad -dice Szymborska.

116. ¿Por qué no dejar esa mujer al llanto y a mi el afán de consuelo?

115. En cada libro hay una espera.

114. La palabra es la expresión del corazón.

113. Emerson, citado por Borges: «Cuando huyen de mi, yo soy las alas».

112. ¿Cómo voy a claudicar si aún le quedan a estas horas sus minutos de gracia y en camino vienen otros tantos?

111. Parafrasenado a Mandelstam, ante la desesperanza siente la amplitud de tus alas.

110. Como dice Nadiezhda, alargar y ensanchar cada minuto para que su gusto nos quede en los labios.

109. Cada vez hay más silencio. ¿cuántas manos remiendan el grito?

108. De Mandelstam: Deseo que el cuerpo que piensa se convierta en calle, en país.

107. La cura al miedo es no inferir.

106. Cuando la realidad y tú son una misma cosa, tu rol no es comprenderla.

105. De la conciencia acerca del abismo, nace el grito.

104. La verdadera herida suele llorarse sin estruendos.

103. El silencio no es una huida, es un encuentro.

102. Lo esencial a toda pregunta es la búsqueda.

101. En cada recuerdo soy de vuelta.

100. Todos los hombres viven  a diario sus combates,  pero pocos a conciencia.

99. La edad del ser es un misterio, pues es en el alma y no en el cuerpo donde yace la evidencia.

98. Parafraseando a Borges, si me porto bien me voy a dar permiso para imaginarte.

97. En la calidez de la mano extendida, cesa el vuelo.

96. Hay tardes que solo son el vuelo solitario de un pájaro y sus ganas de llegar.

95. El olvido llega cuando un nombre no te devuelve al gozo de un instante.

94. Al escoger uno entre varios libros posibles, solo cuenta la renuncia.

93. Los libros, en cambio, siempre están.

92. Los Ecos de Umberto no harán silencio.

91. El cuerpo de una mujer no tiene puertas, como el mar -dice Ribeyro.

90. El alma no tiene años viejos.

89. Como diría Monterroso: fui mientras todavía no lo era del todo.

88. La calidez del sol también sirve.

87. El silencio es una manera de irse.

86. Ya no eres tú si temes pronunciar cada palabra desde el alma.

85. Ella era el viento en todas direcciones, y yo solo una hoja aferrada.

84. Hay voces en el alma que solo se escuchan a través de la herida.

83. Los lectores tienen almas de colores. Cuando juntan sus preferencias por un libro, hacen arco-iris.

82. El tacto en la corteza hace el árbol.

81. En lo más alto, pájaros y cantos hacen el amanecer.  Soy dos en el árbol.

80. ¿A dónde conducirá este viaje que voy siendo? ¿tendré en el recorrido el sol a mis espaldas o tal vez la luna ofrendándome las noches?

79. Cumpleaños: estación del viaje que vas siendo.

78. Con el alma de por medio, el desamor es una quimera.

77. Deja que tu manos moldeen el cuerpo que imaginas, y no despiertes.

76. Tal vez mis libros te indiquen el camino de vuelta.

75. Hoy busco a tientas entre libros silenciosos. No te encuentro.

74. Tanto la vida grande como el mero existir y subsistir -dice Victoria de Stefano- son una lucha inútil y constante. A lo sumo cuentan los momentos de placer, que por cierto no cubren los gastos.

73. Cada día tiene un momento que lo justifica. La clave de la felicidad está en descubrirlo.

72. Echa a andar tus locuras y no te resistas a los molinos ni al viento.

71. Solo seduce la idea hecha Quijote.

70. El árbol no morirá en verano si siguen en mi ser sus verdes más intensos.

69. Ya sin hojas, el árbol solo ofrenda azules.

68. La tregua entre la lluvia y el sol es el arco-iris.

67. Esperar que la vida llegue a tu medida, y por ello no verla.

66. Cuánto suma o resta el hombre a sí mismo al final de la tarde. He allí la esencia de los días.

65.  Solo basta conservar en el alma los instantes posibles y no habrá ausencias.

64. Si faltara la luz en tus instantes, te ofrendaría sin demora mi pedacito de luna.

63. Cerrar los ojos un instante y recrear sin prisa un pasaje del libro que lees con devoción. Si sabes elegir, vivirás de nuevo.

62. Alzar la copa y mirar un instante cómo desliza el vino en rojos intensos…y más allá, un rostro  y una espera.

61. Romper una regla no por el deseo de libertad sino para probar que cada quien tiene en sus manos la medida del infierno.

60. No renunciar jamás a lo que evita que perezcas.

59. Contemplar la lluvia y verte llegar gota a gota.

58. Dejar que el sol llegue sin prisa y ver huir a la tristeza.

57. Hablar a través del silencio e imaginarte atenta y sin urgencias.

56. En el cuerpo cadencioso y al trote, imaginar los rigores de la lluvia.

55.  ¿Cuántas almas arrugaditas hacen esta hora silenciosa?…¡basta apenas elegir una y llevarle diciembres!

54. Llover en el cuerpo enamorado y no escampar.

53.  Elegir pensamientos cautivos e inútiles y ofrecerlos al vuelo.

52. Retornar siempre y no te habrás ido.

51. Mirar desde la ventana solitaria y verte llover.

50. Todo arrepentimiento viene del deber ser;  toda alegría, del ser. Vivir siempre aquí y ahora, lo demás es una ilusión.

49. Cuando el deber ser traiga una lágrima, declararse en rebeldía y volver a sonreír.

48. Ante dos soluciones excluyentes, apelar al ser. Todo lo demás son injerencias.

47. En el silencio de la mujer distante, adivinar el fuego y sucumbir.

46. Optar por el silencio y renacer.

45. Poner parches de colores a un alma rota, cubrirla toda con mantas azules más allá del dolor…y apagar la noche.

44. En el parque, jadeante, detenerse apenas un instante. Mirar hacia la copa elevada del árbol y ver como el rocío se desprende en gotas delgadas  y  se hace mar en el rostro.

43. Crear un refugio muy cerca del río y llevar allí las alegrías que no fueron.

42.  Cubrir dos manos frías con dos manos tibias y  descubrir el origen del fuego.

41. Eliminar el recelo hacia lo desconocido y dejar que solo las manos traduzcan lentamente.

40. Adivinar pensamientos prohibidos y aligerar la entrega.

39. Dibujar presencias y repartir a los que esperan.

38. Hacerse pescador para atrapar mensajes de amor que viajen en botellas sobre las olas del mar.

37. Crear un buzón infinito para que los seres solitarios depositen deseos. La espera salva.

36. ¿Por qué no inventamos un corredor imaginario donde se reencuentren las almas  de nuevo cuando dos seres que se aman se han alejado para siempre?

35. Tender al otro la mano abierta y recibir de vuelta la aprobación silenciosa de la entrega que ha de ser.

34. Construir en la montaña, entre el canto diario de las aves y el rocío, un refugio para reparar almas rotas.

33. Llorar a dos, para que abunden lágrimas que se deslicen por las mejillas y por el cuerpo y caigan a la tierra y hagan ríos que se lleven el dolor y purifiquen  el alma.

32. En el instante mismo de la primera entrega, renunciar a ella y vivir para siempre con el enigma del paraíso

31. Retroceder el tiempo a aquel instante en que no se pronunció la frase que el otro estaba esperando.

30. Hacer árboles que puedan volar, como las aves, y que a menudo se posen en bandadas en el desierto.

29. Tener la fortaleza de las aves, que cantan religiosamente cada mañana, a pesar del cazador.

28. Acariciar unas manos hasta que sientas fluir el alma entre los dedos.

27. Retener el instante en que se deja de ser cada quien para ser solo uno en el amor.

26. Que dos amantes se reencuentren en un punto de la tierra, y que todo lo demás no cuente.

25. Buscar entre el llanto y la herida un pequeñito espacio donde quepa el perdón.

24. Quitar caracteres a los tuits que contengan despedidas para siempre.

23. Inventarle llantos a las lágrimas, con tal de que ellas afloren y desaparezca el dolor de los enfermos.

22. Juntar personajes de ficción y hacerlos emprender un viaje de vuelta. El fin de la travesía ocurre cuando al llegar  a su destino dejan de ser tales y se vuelven apenas una idea.

21. Hacer cientos de libros que lean ojos.

20. Sembrar rostros en el que quepan y se liberen todas las sonrisas reprimidas.

19. Criar pájaros que encierren jaulas.

18. Convertir en lluvia las buena energías y darle de beber a los hombres que dudan.

17. En las sábanas cansadas, buscar el olor de las almas.

16. Celebrar a dos el fin de la ausencia y que el resto de la humanidad solo se lo imagine.

15. En un abrazo que busca el perdón, llegar al alma o no intentarlo.

14. En una despedida para siempre, mirar a los ojos fijamente y ver venir el río.

13: ¿Qué busca el anciano entre las páginas del libro que acaricia?: volver a vivir, sólo eso.

12. Imaginar un anciano solitario que irrumpe por las noches en una librería cerrada  y justo allí, en medio del silencio de los libros, se recuesta y duerme = suma de soledad y sabiduría en reposo.

11. Del eco del llanto crear una trompeta y prevenir con ella la próxima herida.

10. Tomar la mano abierta de un niño que pide y hacer unas alas.

9. Sumar sonrisas a granel y crear con ellas un sol a los de abajo.

8. Crear un refugio,  justo entre el golpe y la herida.

7. Buscar un niño descalzo y ofrecerle tus pies.

6. El herido yace. Retirar el dolor y los ojos que miran, y ya no habrá herida.

5.  Ir tras los pasos perdidos e intuir la llegada.

4. Juntar soledades.

3.   Tomar el pan, pensar en el hambriento e ir a su encuentro.

2 Tomar cientos de alas, ir por los cautivos de conciencia, e inventarles el vuelo.

1.  Juntar lágrimas y hacer un río para que el dolor vaya a parar al mar.

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