Soledades

Sin categoría By Feb 16, 2010 No Comments

I

Estoy en la edad en que el adulto se me vino encima y el joven que venía siendo, abrumado, se fue a la carrera sin que me diera cuenta.

II

Sentado aquí, en este parque eterno que se vuelve madera en un asiento solo, detengo por un momento el discurrir del agua para invitar al riachuelo a que comparta conmigo la inmensidad del sol.

III

Las cosas no son lo que son sino lo que queremos que sean. Una piedra al lado del camino, por ejemplo, es una materia sólida, pero también podría ser el último reducto de descanso para un ser humano exhausto. Una lluvia podría ser una tormenta, un chaparrón, pero también podría ser las lágrimas del sol.

IV

Tú ausencia es la prueba palpable de mi lejanía.

V

Este azul que estoy mirando es el mismo que te acompaña allá y te recuerda mis ausencias.

VI

Podrías ser una mujer que me esperas, pero prefiero que seas  sólo el instante en que nos reencontremos.

VII

No esperes, tan sólo siente el instante en que seremos uno nuevamente

VIII

Estoy mirando el sol desparramado por doquier, ya sin fuerzas, jadeante, entregándose resignado al canto de los pájaros y a la promesa de la luna.

IX

La vida no pasa, pasan los hombres insensibles ante las infinitas prueba de vida suplicante.

X

La bocina de un coche es una degradación grotesca del canto de los pájaros

XI

Un suelo discurriendo debajo de la grama y un árbol frondoso que lidia sin fuerzas con una hormiga que lo ha de poseer.

XII

La fuerza de la hormiga es la incertidumbre del último instante.

XIII

Una mujer camina de espaldas, al encuentro del oro que se ha regado en la parte más elevada de la tarde.

XIV

El canto de los pájaros es la antesala del sueño.

XV

Mi lejanía en este instante en que te estoy pensando, podría ser al mismo tiempo una lágrima tuya que quisiera ser río y venir a mi encuentro y llevarme contigo y volver a ser gota no ya de lágrima, sino de sudor de nuestros cuerpos juntos.

XVI

¡Uhh!, Belize, aeropuerto, avión, azul a ratos blanco que se mueve, ráfagas de viento del norte, El Salvador, Costa Rica, el norte del sur, la Guaira…y tú?.

XVII

Un pájaro; un coquito de sangre caminante; una hormiga sola, apresurada; un grillo incansable de ruidos; un perro enclenque de buen trato; y una pintura de los Dioses que derrama a lo lejos el rojo entre las nubes.

XVIII

Yo, en medio de tanta vida y tus recuerdos.

IXX

Una calle infinita y un hombre y una bicicleta, solos y jadeantes, en busca de la nada.

XX

Yo no corro, yo prefiero seguir aquí sentado bajo el árbol, preguntándome cómo dormías la noche del viernes de mi ausencia. Esa noche –lo se- la brisa se hizo mi yo ausente y pasó por la ventana de tu cuarto y te vio desnuda y decidió tomar un poco de tu piel para traérmelo ahora hecho brisa y acariciar mi rostro así de esta manera.

XXI

La brisa me trae olor a lluvia de la tarde. Me pregunto ¿cuántas gotas de ti estarán aquí conmigo?

XXII

Una estrella en medio de este Cielo es la promesa de una luciérnaga.

XXIII

Me pregunto ¿adónde fue ese pedacito de sol que ya no brilla?

XXIV

Otra pregunta: ¿quién levanta al Sol por las mañanas?

XXV

Otra: ¿El Sol tiene despertador?

XXVI

Ahora: dícese del instante en que solo cuentan las almas y el silencio.

XXVII

No hay días y noches sino discurrir de almas.

XXVIII

En este instante preciso, recibo un mensaje tuyo de texto que nos hace uno solo de almas. Y ya no son dos tampoco ni el tiempo ni el espacio.

XXIX

Otras Preguntas:

¿Los pájaros hacen gárgaras? ¿No mancha acaso a la noche el rojo del coquito caminante? ¿Conoce alguien quién levanta a la noche cuando cae? ¿Quién espera a la hormiga?

XXX

Los grillos son nuestros cómplices y celebran el reencuentro que ha de ser y que ambos intuimos desde el ardor de nuestras ausencias.

XXXI

Por cierto mi amor, ahora me doy cuenta de que la estrella era una luciérnaga y se dirigía a toda prisa a iluminar el camino para que lleguen a ti estos pensamientos míos, que es lo mismo que decir mi alma toda corriendo hacia ti afanosamente.

XXXI

Bueno, he vivido en una soledad a dos almas estas horas maravillosas. En ellas tú aquí y yo allá, pero juntos de cuerpo y de alma. He vivido este pedacito de vida hoy, en la que has estado tú y mis perplejidades. Y contigo y mis perplejidades sin fin me voy a la cama, feliz de haber vivido este instante que ya no será más…pero que nos ha hecho uno para siempre.

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