Parafraseando a Jorge Luis Borges, la lectura es un tarea ilimitada, y ha de acompañarnos hasta el fin, no menos misteriosa que el universo y que nosotros, los aprendices.
Leer no es un mero adorno, ni un modo más de divertirse, de pasar el tiempo muerto o de matar el tiempo. Es el medio más eficaz de adueñarse del lenguaje -dice José Antonio Marina.
No obstante, nuestro tiempo impone una dinámica diferente que pone a prueba esa afirmación de Marina. Son otras hoy las formas de leer, los formatos, las búsquedas. Cada lector asume su viaje y su búsqueda, y en esa decisión se acerca o se aleja hoy del prototipo habitual del Lector a lo Borges, aquél cuyas noches estaban llenas de Virgilio.
Lectura vertical
Hoy todo es de prisa. Se lee de todo y para todos. Lectores hay cuyas lecturas son a prisa, de arriba hacia abajo, una especie de mirada ligera desde el título, siguiendo con las ideas principales y leyendo apenas el cierre, lo cual les parece suficiente para crear el mapa del saber, su ideario personal respecto de los temas que leen, aunque a decir verdad no se detengan mucho en análisis complejos.
Por capítulos de interés
Es esa práctica cada vez más usual -sobre todo respecto de libros con temática especializada- de ir directo al grano, a lo que interesa según la necesidad del momento, aunque ello lleve implícito relegar al olvido el resto del libro. En literatura no es usual. Aquello que se deja para después en literatura no es una renuncia, es sólo una forma de demorar el placer.
Viajando con la anécdota
Todo libro lleva implícito una historia, algo más allá del estilo y del lenguaje. Y algunos lectores se centran en buscarla, aprehenderla, hacerla suya. Y en ese viaje con ella sólo quedan en paz consigo mismos cuando llegan al final y ocurre el desenlace. Para ellos lo que cuenta es la historia, no la forma en que ha sido contada.»
Pescando frases
Es la lectura como pesca. Es una especie de captura precisa, para lo cual cada lector se esfuerza y usa sus sentidos con avidez, prestos, como dice Hanni Ossott, a aprehender la música de las palabras, su latido. Todo cuenta acá en ese afán: una nota de puño y letra, un comentario, un resaltado con lápices o con la paleta de colores en los dispositivos móviles.
En entrega total
Sí, es la lectura como fin, como goce. Es la aventura del libro a lo Neruda: de osos, islas, caminos y revelaciones. Qué sentido tiene la lectura como herramienta y no como goce; por qué prescindir del ritual íntimo de la lectura como bálsamo, como búsqueda. Hay que tomarse el tiempo e ir despacio al encuentro de los significados y sus revelaciones más íntimas.
Parafraseando a Jorge Luis Borges, la lectura es un tarea ilimitada, y ha de acompañarnos hasta el fin, no menos misteriosa que el universo y que nosotros, los aprendices.
Leer un libro sólo por leerlo y no por vivir la historia es triste; pero cuando lees un libro y te sientes tan compenetrado con el personaje, tiendes a sentirte genial, he llorado con libros que he acabado y ese es el mejor sentimiento del universo.
Ojalá que leamos más y empecemos a vivir.