Las redes sociales digitales son una especie de detonante activado por muchos hilos, seres distantes que se articulan globalmente sólo por la buena conciencia y las ganas de socializar.
Internet, y particularmente las redes sociales, ha contribuido hoy decididamente a la creación de mayores niveles de interacción entre las personas, como era habitual desde los primeros tiempos.
Al principio, el hombre optó por el fuego y se hizo del humo para comunicar, y en las cavernas grabó los mensajes en imágenes de animales y otras formas diversas, experimentó con las danzas tribales, con los cánticos de guerras, con los sonidos guturales…todo ello con el propósito de ser más allá de él, de crearse un entorno, y por qué no: crear de esa manera redes primitivas de interconexión que le aseguraran su propia supervivencia, y la de su tribu.
Y eso fue así porque el ser humano es gregario por naturaleza, rechaza el aislamiento, potencia el intercambio con su entorno, con los otros.
No obstante, a lo largo de la historia el hombre ha transitado espacios y lidiado con inventos que han acrecentado o disminuido esa búsqueda suya de la socialización total. En algunos casos, con éxito, en otros no tanto. Veamos:
1. La plaza del pueblo.
El ágora pública, o el mercado local, como se lee en Socionomía, donde la gente se encontraba o acudía para saber de cualquier cosa que le interesara o simplemente guardara relación con ese entorno suyo reducido, socialmente hablando. El espacio y la ocasión frecuente eran las fuentes de esa interacción incipiente, pero efectiva en términos de comunicación cara a cara, sin intermediarios (Reig Hernández, 2012).
2. Los medios de comunicación tradicional.
La imprenta, el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión. Todos ellos mecanismos o herramientas de intermediación entre la información y el individuo. La televisión, por ejemplo, ha sido una especie de sucedáneo de los sueños, de los anhelos más íntimos, creando representaciones que distan mucho de ser la realidad pura y dura, pero que gracias a su poder de penetración falsamente ha entronizado una “realidad” a la medida de la gente. En ese sentido, como lo afirma @dreig, los medios aislan, separan la información del diálogo, y repliegan a la gente de las ágoras sociales hacia universos individuales.
3. Internet.
La navegación ilimitada a través de servidores conectados en redes, el acceso a páginas web de interés, blogs, el correo electrónico, los chats, etc, han sido en ese orden un nuevo estadio en la evolución de la comunicación. Cada ser humano conectado es un nodo y desde allí un dinamizador con cualidades para hacer circular, y compartir siempre de manera horizontal, las ideas, los sueños, o simplemente las vivencias con el resto de los miembros del sistema nodal. Es un paso adelante.
4. Redes sociales digitales.
Y hemos llegado justo ahora a los tiempos de las redes digitales, cuyo mayor atributo es el hecho de haber horizontalizado aún más las comunicaciones entre personas, hacerlas bidirecionales en lugar de las formas unidireccionales de comunicación de los medios tradicionales.
El fenómeno de las redes sociales se basa precisamente en la lógica interactiva y multinodal de Internet, por oposición a los nichos aislados, inaccesibles y distantes como el silencio.
Cada ciudadano conectado es un nodo y cada nodo tiene un rol. La fortaleza de las redes sociales es proporcional al grado de madurez y conciencia de sus partes, de sus nodos, y esa fortaleza crea paradigmas, valores, que terminan siendo la guía de una comunidad en un tiempo determinado y a partir de la cual se modelan sus conductas.
De modo, pues, que las redes sociales digitales se han convertido vertiginosamente en una especie de laboratorio global donde se alojan los sueños, se reciclan las ideas, y nacen las soluciones. Son una especie de detonante tirado por muchos hilos, seres distantes pero articulados globalmente sólo por la buena conciencia y las ganas encontrarse, esta vez de una manera diferente pero con el mismo propósito de los primeros tiempos: socializar.
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