La Calima

Sin categoría By Mar 21, 2010 No Comments

Por estos meses en Caracas se produce el fenomeno de la calima o calina. Es una concentración de partículas producidas por incendios forestales en la atmósfera.

El concepto del Diccionario virtual de Meteorología y Clima, define a Calima como “la existencia de partículas muy pequeñas de polvo o arena en suspensión en la atmósfera”, cuya desaparición está subordinada a la aparición de vientos fuertes o lluvias.

Pues bien, todos los días me levanto, corro a la ventana y veo el Avila, mejor dicho no lo veo, cubierto de una nube espesa que parece como si todo el humo de las quemas del país se hubiera venido a Caracas.

-Es la calima papá – me dicen mis hijos esta mañana y yo me voy al espejo y empiezo a frotarme con las manos porque de sólo escuchar la palabrita de moda se me hace lenta la respiración y me arden los ojos enrojecidos.

Camino a la oficina iba ensimismado y nunca reparé que justo delante de mi auto iba otro muy destartalado que me propinaba sin piedad una «calima» de humo de aceite de motor recien fundido.

Llegué a la oficina. Pregunté por alguien, con muchas esperanzas de empezar temprano una reunión de trabajo productivo. -No está – fué la respuesta. Cómo que no está -inquirí. Bueno señor es que ella es asmática y cuando la Calima arrecia se pone tan mal que se le tranca la respiración y cae al piso convulsionando,  como si de verdad se fuera a morir.

-Si señor, es la calima. No vió el Avila hoy? –

-Pero bueno, vale, cómo voy a ver el Avila,  si hay calima no se ve  nada.

-Ah si, es verdad !.

No es más atrasado porque no entrena -pensé.  Y me alejé de allí antes de que empezara el contagio.

Después de un duro día de trabajo, en la tarde, cerca de las seis, regresé a casa.

Coloqué mis cosas en los espacios al mejor postor, lancé la chaqueta por ahí y me dispuse a tomarme un whisky terapéutico. Me asomé a la ventana, salí al balcón, y que cosa tan rara ví un humo espeso cerca de mi casa que me impedía ver el Avila en todo el esplendor del ocaso.

-Es la calima papá – volvieron a decir mis hijos que a esa hora estaban atrincheradamente idiotizados en sus pcs portátiles.

Me dije no puede ser. Afiné la vista, el humo era denso. No era uniforme, era una especie de hilillo que subía lentamente hacia arriba, hacia las nubes.

-Que calima tan rara -pensé.

Afiné el olfato. Desde la casa del vecino se escuchaban ruidos como de gente alegre. Puse atención. Ajá – dije.

Me fuí a mi parrillera. Saque un trozo de carne, le puse sal por fuera y lo lancé a la parrilla.

– Hijos vengan, grité al rato. Aquí hay calima !

Juro que mis hijos desde este día se cuidan mucho de decir esa palabra en casa, pues temen repetir el bochornoso episodio de haber confundido la barbecue de chorizos y morcillas del vecino, con un fenomeno de la naturaleza.

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