Vida y entusiasmo

Sin categoría By Mar 08, 2010 No Comments

Hay días en que uno se levanta y ni siquiera el sol que sale detrás de los cerros en medio del canto de los pájaros, nos hacen sentir bien; es una sensación como de abatimiento y de que la vida nos está pasando por el lado, sin que nos demos cuenta.

No obstante, hay que vestirse y salir a la calle, al encuentro de un día más que en definitiva será uno menos de nuestras vidas. Qué esperar de un día así, en el que nuestras ganas humanas se repliegan y nos sumergen en un hastío de roca. Acaso podremos sonreir en el trayecto y saludar hola don José cómo amaneció usted hoy sin que nos abata la conciencia por la hipocresía?

Qué separa al hombre del hastío y lo hace felíz?

Creo con Savater que la felicidad absoluta no existe, existen momentos de alegría, que nos devuelven de esa absoluta certidumbre diaria de que somos una pequeña y microscópica partícula del universo,  cuyo rol es estar y pasar lentamente, sin que lo notemos.

La alegría es un antídoto del hastío; sumar momentos de alegría es el objetivo más noble de todo ser humano y por ende si no los encontramos, hay que inventarlos.

Hacer de la comida un ritual de placeres, tomar el té y el café con devoción, saludar con alegría y estrechar las manos de los amigos como quien entrega en ofrenda un pedazo de sí.

Caminar descalzo, mojarse en la lluvía, cantar desafinado, llorar de alegría, gritar sin temor, bailar aunque nos cueste, abrazar prolijamente.

Leer por placer, oler los libros, escuchar a Bach, decir que sí, enamorrarse.

En suma, interesarse por muchas cosas, aunque simples, pues mientras más cosas nos interesen  más felices seremos.

Se trata pues de estar aquí y ahora, con la certeza de que hemos sido invitados privilegiados a la fiesta  de vivir !!

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