Nos encontramos a tan sólo un día de saber quién ganará #elmundial: los españoles o los holandeses.
Las apuestas suben como el costo de la vida, y los más apasionados ya han empezado a festejar con la más absoluta certeza de que su equipo no perderá la final ni siquiera porque lo prediga Paul, el pulpo.
Yo, en cambio, no se si me importa más el triunfo de mi equipo favorito en el último juego o terminar de pensar qué haré cuando el árbitro suene el pitazo final. No es facil. Ha sido un mes intenso, de pura abstracción mental, alejado de la más trivial y purita realidad, viviendo mis propias alegrías de gol y celebrando -deportivamente- las derrotas ajenas.
El mundial me ha dejado cosas hermosas, entre ellas esos dribbling entre un bosque de piernas que terminaron con el balón en el fondo de la red, o las coloridas banderas en caras femeninas de las gradas, o Sara Carbonero con micrófono entremanos, o los aplausos VIP y brinquitos de emoción de las actrices y princesas.
Ahora, lo que si se me quedó definitivamente archivado en mi disco duro de hincha apasionado y peor entendido, fueron estas ocho cosas:
1. El Waka Waka. No me van a decir aquellos varones que criticaron la canción en pre-estreno diciendo que era un fraude y que mejor fué la anterior de Ricky Martin o la actual de Bisbal, que de bromitas no les dió un soponcio, o una cirimba como dicen mis amigos los dominicanos, cuando en el estreno del video vieron a Shakira en TV bailando descalza con un movimiento de caderas de infarto.
2. El pulpo Paul. No se si es un ardid, o una simple trampa mediatica, pero este bicho bendito tiene un mes en el trendig topic de twitter y no hay medio de comunicación en el planeta que no haya replicado una alusión a sus predicciones. Pensándolo bien, si Paul es tan acertado no estaría mal ponerlo como asesor del Banco Mundial para que prediga la próxima caída que generará la recesión global
3. Maradona, el técnico. Diego Armando fué un jugador excepcional. Aún hoy persisten las comparaciones con Pelé y los argumentos de fanáticos de ambos bandos se dejan sentir, pretendiendo para su favorito el trono definitivo de mejor jugador de la historia del futbol. Como tecnico sin embargo fué una novedad. Verlo allí en el stadiúm, todo formal él con traje gris y corbata, alentando a los muchachos y repartiéndole abrazos a diestra y siniestra, fue para mí algo único. Lo que no imaginé nunca fué que hiciera falta una vez más la mano de Dios.
4. Las vuvuzelas Yo no se si el ruido de esta especie de trompeta larga se asemeja más al de los elefantes o al de las abejas, pero estoy seguro que más de un tímpano ha quedado por ahí hecho trizas, y cuando regrese de Sudáfrica y la señora de la casa grite y anuncie al cobrador de turno, el diálogo con el dueño del oido maltrecho será más o menos así:
– Juan, el cobrador !
– Qué
– EL COBRADOR AL TELÉFONO!!!
– QUE QUÉ ?
5. El gol de Messi que no llegó. Pocos no fuimos los que esperabamos con ansiedad el bendito gol que no llegó. Cónchale, era él, Messi, el niño prodigio del Barcelona, el mago del gol, el argentino de oro. Que injusticia, ahora más de uno le echa la culpa de la derrota a su sequía de goles y pide como castigo que se inmole, que vaya hasta la avenida 9 de julio y justo frente al Obelisco, se arrodille, levante los brazos al cielo, y jure que no lo hará más.
6. Francia e Italia en las primeras de cambio. Dos equipos de tradición quedaron en el camino en la primera ronda, las cosas no se le dieron como esperaban, y por primera vez en muchos meses fueron titulares en la prensa local con más intensidad que Carla Bruni y el premier Berlusconi.
7. Negocio y realidad. Nadie niega que el futbol es el juego más famoso del planeta. La FIFA es el gobierno global, administra un negocio de derechos de transmisión, imagen, entradas a los stadium, pone las reglas, pone los árbitros (!!!) y pare usted de contar. Me pregunto cuál será el destino de esos hermosos stadium?, a lo mejor ya hay un plan con ellos, seguro que sí. Pero que bueno sería saber si por fin, gracias al futbol y su maquinaria, se ha podido lograr el milagro de que menos niños se levanten hoy sin hambre en la tierra de Mandela.
8. El Penalty que acabó con la ilusión. Si Asamoah Gyan acierta el penalty contra Uruguay, Ganha no solamente pasaba a la semifinal, sino también hubiera logrado el milagro de producir con tan solo un puntapié el momento de alegría más celebrado en el continente africano. A veces los pueblos necesitan un momento de alegría para no perecer de tristeza.
Mi hijo de 15, que ya son casi 16, se acerca a mi portatil, mira el título de esta entrada y pone cara de papá es un enfermo, todavía no ha terminado el mundial y ya él habla en pasado, como si todo hubiera acabado. Además, me dijo, no puedes hablar de lo que el mundial te ha dejado porque todavía no sabes qué pasará mañana.
«Qué pasará mañana» – retumban en mi cabeza las últimas frases de mi hijo.
Sí, me digo. Se muy bien lo que pasará mañana. Habrá un pitazo final, una copa levantada en medio de una marea de camisetas rojas o naranjas, y mucha gente triste por el final del torneo, erroneamente convencida con la más absoluta de sus certezas, de que la verdadera alegría es redonda, dura un mes, y solo se vive cada cuatro años.
Yo, en cambio, releeré Vila-Matas, regaré mis plantas, cuidaré el nido de los pájaritos en el oregano verde, y esperaré la noche sentado en la terraza, con Drexler y un vino tinto.
Salud !
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