Los 5 desechos sentimentales de la Copa

Sin categoría By Jul 24, 2010 No Comments

Qué cambiante es el ser humano y qué capacidad tan  grande tenemos de acomodarnos a las circunstancias, por muy adversas que sean. Sólo quienes no poseen esas cualidades son devorados sin piedad por la ley de selección natural, y definitivamente,  éstos son la minoría.

Apenas hace pocos días todo era bullicio, alegría global por la Copa Sudáfrica 2010, banderas de todos los paises, pintas en los vehículos y en las caras, vuvuzelas, pulpos, quinielas, apuestas…y hasta pies descalzos y caderas inquietas de Shakira

No obstante, cuando los jugadores de España levantaron la Copa, y más tarde  tomaron el avión  y se fueron a celebrar con algarabía por las calles de Madrid y Barcelona, más de un hincha quedó sumido en la más absoluta depresión, yo entre ellos.

Qué hacer ahora, – me dije entonces. Cómo volver a la realidad de 365 días sin contar ya con la locura global de 8 mil millones de ojos humanos, siguiendo fijamente un balón durante 30 días. Cómo asumir que era el final si el ser humano antes de admitir que todo se acabó, prefiere imaginar que el objeto de su alegría durará aún un poco más.

En medio de ese vacío, qué hacer con tantos recuerdos, con objetos y hechos que perviven en nosotros con alargue de agonía… esas especies de desechos sentimentales que no terminan de pasar.

Tras este Mundial,  seis de ellos no terminan de morirse; permanecen vivos aún, aunque desprovistos ya totalmente del esplendor de hace unos días. Veamos:

1. Los Televisores pantalla gigante de restaurantes y plazas. Cuántos ojos los vieron, apreciaron su resolución de última tecnología, sus imágenes nítidas en HD, y los hicieron vibrar por el ruído del grito de goooooooooooooooooooool, a todo gañote. Hoy son aparatos exóticos que algún otro destino tendrán pero jamás con la cobertura e imagenes como las de la Copa. No dudo sin embargo que podrán servir ahora en algunos casos para disimular los huecos en las paredes,  o como  receptores solitarios de la señal en vivo de un campeonato local de canoas de pescadores de arrastre, en el golfo de Paria.

2. Las banderas multicolores. Aquello parecía una fiesta del Sambodromo de Río cuando las gradas hacían la ola y las banderas se agitaban en el Soccer City, con quiebres de bambú. Los colores eran una especie de mosaico en movimiento, pasando de mano en mano hasta detenerse y reiniciar luego su marcha, entre cánticos y vuvuzelas. Dónde estarán hoy todas ellas, qué hacer para hacerlas converger de nuevo,  con idéntico fervor de gente. No será facil,  mientras tanto seguro permanecen cada una por su lado en el baúl más recondito de las casas, quietas, inertes, solas, como a la espera de una segunda oportunidad que no tendrán.

3. Las pintacaras. Imagino el tiempo que pasó toda esa gente, colocándose una base fuerte a manera de protector para cuidar la piel de la cara.  Luego el fondo blanco y a continuación la bandera o el color del equipo o el logo o cualquier detalle que mostrara sin pudor el amor por su divisa.  De quién serán las caras ahora y cuántas de ellas se necesitarán para evitar que todos los pintacaras del planeta terminen arrinconados, carne sólo de mimos y payasos.  Valga decir que testigos hubo después del Mundial que escucharon con asombro diálogos como éste: mi amor no notas algo, siento que la cara me arde, como fuego. No, no te noto nada, sólo un enrojecimiento de la piel y un poco de pepas por doquier. Un poco de qué?. De pepas. Pero pepas pepas?.  Claro, ni modo que pepas no pepas.

– Nooooooooooooo ! – dicen que se escuchó en el tocador, tras un portazo !

4. Las vuvuzelas. La historia recordará este Mundial como aquel en que el ruido de una abeja y un elefante se juntaron en una trompeta alargada y se adueñaron del planeta. Fué un acontecimiento ensordecedor pero no se recuerda éxito de marketing  semejante. Cada quien regresó de Sudáfrica con su vuvuzela entre manos, orgulloso de traerse a casa los sonidos de Africa. Sin embargo, qué hacer ahora con ellas,  cómo usarlas sin el temor de que el vecino de enfrente nos termine denunciando ante la asociación de animales salvajes, por creer que ocultamos en el jardín de casa una cría de elefantes.

5. Paul.  La crónica oficial  da cuenta que después del Mundial de Sudáfrica, Paúl fué liberado de su cautiverio y elevado a la categoría de gran adivinador oficial de la corte del País de los últimos días, donde tenía derecho real a ración doble de almejas. Le duró poco. Su suerte cambió cuando, requerido por el Rey acerca de quién era el preferido de la Reina entre él y su hijo, el pulpo eligió al jardinero.

Cuentan que el pulpo fue degradado y entregado a bajo precio a unos comerciantes nómadas del desierto de Atalaya, donde fué vendido al dueño de un circo de variedades. En una carpa  a 60 grados de temperatura y por 50 centavos de dólar, Paul le mostraba a una fila de hombres anonadados cómo el sensor en uno de sus tentáculos fué lo que le generó geneticamente su afición por el  color rojo.

No Comments

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *